Sobre el miedo y el amor en "El Nombre del Viento"

Quería cogerle una mano. Quería acariciarle la mejilla con las yemas de los dedos. Quería decirle que (...) verla bostezar tapándose la boca con el dorso de la mano bastaba para que se me cortase la respiración. (...) Quería decirle que si ella estuviera conmigo, nunca volvería a pasarme nada malo.

Estuve a punto de pedírselo. Notaba la pregunta burbujeando en mi pecho. Recuerdo que tomé aliento y que, en el último momento vacilé. ¿Qué podía decir? (...) Una repentina certeza se tensó en mi pecho como un frío puño. ¿Qué podía ofrecerle? Nada. Cualquier cosa que dijera parecería estúpida, una fantasía infantil.

(...) La proximidad de Denna era lo más dulce y lo más intenso que yo había sentido jamás.
(p. 288 - 289)

Allí había aprendido muchas cosas sin las cuales vivir habría resultado más fácil.
(p. 292)

Cuando somos niños, casi nunca pensamos en el futuro. Esa inocencia nos deja libres para disfrutar como pocos adultos pueden hacerlo. El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia.
(p. 116)

Cuanto más parecidos son dos objetos, mayor es su relación simpática. Cuanto mayor es la relación, más fácilmente se influencian uno a otro.

(...) Tienes que saber que están conectados. (...) Se llama vínculo simpático del movimiento paralelo.

(...) Un buen vínculo simpático tiene muy pocas pérdidas, y aprovecha la mayor parte de la energía. Un mal vínculo está lleno de agujeros; solo una pequeña parte del esfuerzo que pones en ello va hacia lo que tú quieres hacer.
(p. 110 - 112)

Rothfuss, Patrick "El nombre del viento"

Altres entrades del llibre al blog:

Comentaris

Entrades populars