Kafka en la orilla


- “En el viaje, un compañero, y en la vida, compasión.” – repite ella [...] - ¿Y qué crees que querrá decir eso?
[...] – Pues que un encuentro casual es algo muy valioso para los sentimientos de los seres humanos.
Pág. 35

Una enorme y antigua mansión japonesa con una sala de lectura que recordaba a una elegante sala de visitas, y la gente leyendo sentada en confortables sillones. Esta fotografía me impresionó de una manera extraña.
Pág. 50

- Mire usted, señor Ôtsuka. Ya hace tiempo que he sobrepasado los sesenta. Y, cuando uno pasa de los sesenta, por muy idiota que sea ya se ha acostumbrado a que todo el mundo lo ignore. Puede vivir aunque no pueda coger un tren. [...] O sea, que si a Nakata le dicen ahora que no es idiota, lo pondrán más bien en un aprieto. [...] A Nakata le da la impresión de que es mejor continuar siendo idiota.
Pág. 71

Me encuentro en un recipiente llamado yo. Los contornos de mi ser van ajustándose hasta que se superponen a la perfección.
Pág. 77

En ese mundo no existen las letras, ni existen los días de la semana [...] Allí está todo. Pero no hay partes. Y como no hay partes no hay ninguna necesidad de reemplazar una cosa por otra. Tampoco es preciso quitar o añadir nada. Basta con que el cuerpo se sumerja en el todo. Sin necesidad de razonamientos complicados.
Pág. 113

Asimismo, me muestro completamente convencida por su coherente visión del mundo según la cual los seres humanos, pese a hallarnos en la más absoluta soledad como entes individuales, estamos al mismo tiempo unidos por la memoria colectiva.
Pág. 127

- [...] Si la tocas ciñéndote fielmente a ella, acabas convirtiéndola en algo frío, insípido, en una simple antigualla. […] La mayoría de las interpretaciones son fallidas por una u otra razón. Y una imperfección rebosante de calidad estimula la conciencia, mantiene alerta. […] Puedo percibir en ella las limitaciones de la vida humana. Puedo descubrir que cierto tipo de perfección sólo puede conseguirse a través de una imperfección sin límites. Y me estimula. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Pág. 145

- En este mundo, las personas enseguida nos cansamos de las cosas que no son aburridas, y las cosas de las que no nos hartamos suelen ser aburridas. En mi vida hay tiempo para el aburrimiento, pero no lo hay para el hastío. La mayoría de la gente no sabe discernir entre ambas cosas.
Pág. 146

Todo es cuestión de imaginación. Nuestro sentido de la responsabilidad nace de la imaginación. Como dice Yeats: “In dreams begin the responsabilities”. Y es exactamente así. Si lo formuláramos a la inverse sería: allí donde no existe la imaginación, no puede surgir la responsabilidad. Tal como podemos ver en el caso de Eichmann”
Pág. 171

- En todo, Nakata, hay que seguir un orden – explicó Johnnie Walken-. No se puede mirar demasiado lejos. Porque si miras demasiado lejos pierdes de vista el suelo y corres el riesgo de tropezar. Pero tampoco debes distraerte en los pequeños detalles que están a tus pies. Porque si no miras al frente, acabarás topando con algo. Total, que hay que mirar un poco hacia delante, seguir un orden determinado e ir despachando las cosas. Eso es fundamental. En cualquier cosa que hagas.
Pág. 185

- No puedes cerrar los ojos – dijo Johnnie Walken con voz resuelta-. Otra vez las reglas. Los ojos no pueden cerrarse. Cerrarlos no soluciona nada. Por más que los cierres, no desaparecerá el problema. Al contrario, cuando vuelvas a abrirlos, las cosas habrán empeorado aún más. Así es el mundo en el que vivimos. […] Tú mantén los ojos bien abiertos. Cerrarlos es de pusilánimes. Sólo los cobardes apartan la vista de la realidad. Y mientras tú cierras los ojos y te tapas los oídos el tiempo va transcurriendo. ¡Tic! ¡Tac! ¡Tic! ¡Tac!
Pág. 188

- Tú ya no eres tú –dijo […]-. Esto es muy importante, Nakata. Que una persona deje de ser ella misma.
Pág. 190

- Vivir solo inmerso en la naturaleza es algo realmente fabuloso, pero hacerlo por mucho tiempo no resulta nada fácil. […] En teoría no tiene que ser imposible. En la práctica hay gente que lo hace. Pero la naturaleza, en cierto sentido, es muy antinatural. Y la paz, en cierto sentido, puede llegar a ser muy amenazadora. Para poder sobrellevar estas condiciones hace falta preparación y experiencia.
Pág. 196

- Cuando una persona busca algo desesperadamente, no lo encuentra. Y cuando alguien lo rehúye, ese algo llega de manera espontánea.
[…] Quizá ese algo que buscas, mientras lo estés buscando, no lo encuentres en la forma en que lo estás buscando.
Pág. 197

- Sólo una persona que se haya sentido discriminada sabe lo que eso representa y lo profundamente que hiere. La herida es diferente en cada persona y en cada persona deja una huella distinta. […] Estoy harto de la gente sin imaginación. De ese tipo de gente que T.S. Eliot llama “hombres huecos”. Personas que suplen su falta de imaginación, esa parte vacía, con filfa insensible y que van por el mundo sin percatarse de ello. Personas que intentan imponer a la fuerza a los demás esa insensibilidad soltando, una tras otra palabras huecas.

Si tomaras en serio a cada una de las personas sin imaginación que se te pusieran delante no darías abasto.
Pág. 230

- Tú eres sólo tú. Y no hay duda alguna de que tú, como ser independiente, sigues avanzando hacia delante. No tienes por qué preocuparte.
[…]
Lo que tú estás sintiendo ahora no es otra cosa que el conflicto central de la tragedia griega. No es la persona la que elige su destino, sino el destino el que elige a la persona. Ésta es la concepción del mundo en la que se fundamente la tragedia griega. Y la tragedia, según la define Aristóteles, irónicamente, no surge de los defectos del protagonista, sino de sus virtudes. […] Son las cualidades, no los defectos, las que arrastran al hombre a la tragedia.

[…] La ironía hace más profundo al hombre, lo obliga a crecer. Y se convierte en una puerta de acceso a una solución de una dimensión mayor. Y en ella puedes encontrar una esperanza universal. Ésta es la razón por la que hoy en día tanta gente sigue leyendo la tragedia griega; por la que la tragedia griega se ha constituido en uno de los prototipos del arte. Y antes ya he comentado esto, pero, en la vida, todo es una metáfora. […] Aceptamos la ironía a través de un mecanismo que se llama metáfora. Y esto nos convierte, a nosotros, en hombres más sabios.
Pág. 253

Sin pruebas que refuten una teoría no existe avance en la ciencia. Una hipótesis es un campo de batalla en tu cerebro.
Pág. 259

El simbolismo y el significado son dos cosas distintas. Es posible que ella lograra encontrar las palabras precisas sin usas procedimientos redundantes como el significado y la lógica. Debió de capturar las palabras de los sueños, como si agarrara suavemente por las alas una mariposa que volara por el espacio.

[…] O sea, que crees que encontró las palabras en una dimensión distinta, un sueño, por ejemplo.

[…] Si consideramos que el talento es energía natural, alguna salida deberá encontrar, ¿no crees?
Pág. 307

Preguntar es vergüenza de un instante; no preguntar es vergüenza de una vida.
Pág.321

El puro presente no es sino el fugitivo progreso del pasado royendo el futuro. A decir verdad, toda percepción ya es memoria.
Henri Bergson, Materia y memoria
Pág. 344

Una revelación es así. […] Una revelación trasciende los límites de lo cotidiano. Y una vida sin revelaciones no es vida. Lo importante es pasar de una razón que sólo observa a una razón que actúa. […] La proyección y el intercambio del objeto y del yo…
Pág. 346

Yo no tengo carácter ni sentimientos. “Os hablo bajo esta forma, pero no soy un dios, ni tampoco soy Buda, y siendo, como soy, un ser desprovisto de sentimientos, mi corazón difiere del de cualquier hombre” [...] Cuentos de la lluvia y de la luna, de Ueda Akinari
[…] “No soy ni un dios, ni tampoco Buda, sólo un ser desprovisto de sentimientos. No inquiero acerca del Bien y del Mal humanos, ni debo, por lo tanto, actuar en consecuencia.”
Pág. 356

Las cosas cobran significado en un contexto concreto y, ahora, casualmente, le ha tocado a esta piedra. El escrito ruso Anton Checov decía algo interesante: “Si en un relato sale una pistola, ¿hay que dispararla?” […] La inevitabilidad es un concepto independiente. Su mecanismo es distinto al de la lógica, al de la moral o al del significado. Su función está comprendida en el papel que desempeña. Aquello cuya función no es estrictamente necesaria no debe existir. Y lo que la necesidad requiere debe existir.
Pág. 360

Un discípulo de Buda, Myôga, era tan tonto que ni siquiera podía aprenderse bien los sutras más sencillos. Por eso los otros discípulos se reían de él. Un día, Buda le dijo: “¡Eh, Myôga! Como tú eres tonto, no hace falta que te aprendas los sutras. A cambio te sentarás en la entrada y limpiarás los zapatos de todos nosotros”. Como Myôga era obediente, no replicó. […] Durante diez, veinte años, estuvo limpiando como una hormiguita los zapatos de todos, tal como le había dicho Buda. Hasta que un día, de repente, alcanzó la verdad Absoluta y llegó a ser uno de los discípulos más destacados de Buda”
Pág. 405

Los intestinos son una metáfora de lo que existe fuera de ti es una proyección de lo que existe en tu interior, lo que hay dentro de ti es una proyección de lo que existe fuera de ti. Por eso, a veces, puedes hollar el laberinto interior pisando el laberinto exterior. Aunque eso, en la mayoría de los casos, es muy peligroso.
Pág. 439

Para un compositor no poder oír debe de ser como para un cocinero perder el olfato. […] Cualquier persona vería cómo se le vuelve todo negro ante sus ojos. ¿No crees? Pero Beethoven no. Él no se rindió. […] A pesar de su sordera, siguió componiendo una obra tras otra, creando melodías fabulosas, mejores incluso, de un contenido todavía más profundo que antes.
Pág. 446

El bosque tiene sus reglas. O sus normas. A la que dejas de temerlo, empiezas a verlas delante de ti. Asimilo esta reiteración, la voy sintiendo como una parte de mí mismo. […] Le estoy comunicando al bosque que ya no le tengo miedo, que he sido yo quien ha optado por la completa indefensión. O tal vez me lo esté transmitiendo a mí mismo.
Pág. 497

Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. Seguro que es algo parecido a las estanterías de esta biblioteca.

Kafka en la orilla, Haruki Murakami (8ª edición, Tusquets editores)

Comentaris

Natalia Book ha dit…
Gran libro. Lo leí tras Tokyo Blues. He de decir que Tokyo Blues me pareción un libro bueno pero no me sorprendió en absoluto. por el contrario, Kafka en la orilla, me atra`´o desde el primer instante: sus historias, su realismo mágico, su música, sus reerencias y su estructura. Es muy bueno. Una sola cosa ¿No son muy precoces los adolescentes de Murakami? Sobre todo en la cantidad de música y literatura que conocen.
Saludos

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