Lo bonito de lo cotidiano

En casa nadie quiere bañar a los perros. Es una odisea, quien lo intenta, acaba chorreando como ellos. Hoy he decidido bañarlos.

El primer turno ha sido para el grande. Pa miraba cómo preparaba su collar, una correa para atarlo, cogía su champú y preparaba la manguera. Acostado a la sombra, me miraba de reojo con sus ojitos de bonachón. Me he acercado a él suavemente y le he puesto el collar. Me ha mirado con ojos tristones, dócil se ha dejado llevar hasta donde había previsto amarrarlo. Parecía un dibujo animado, él con las patas casi arrastrando y yo tratándolo con toda mi dulzura.

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He abierto el grifo y ha empezado a tirar de la correa para marcharse. Así que mientras le explicaba que estaría más guapo y limpio cuando acabáramos, le he ido echando el agua delicadamente y evitando la cabeza. Al principio, se resistía, pero como veía que su cabeza no se estaba mojando, se ha sentado temblando. Masajeaba su piel con el jabón y hasta me ha parecido que se relajaba y que estaba disfrutando.

Cuando he acabado, le he explicado que iba a mojarle la cabeza. Poquito a poco. Cuando le he mojado las orejas, se ha inquietado un poco más. Pero como lo hacía suavemente, se ha resignado y me ha dejado hacer.

Al final, otro poco de champú en la cabeza y el aclarado final por todo el cuerpo y delicadamente en la cabeza. Cuando me he apartado a apagar el grifo, se ha sacudido.

Lo he soltado y me ha mirado agradecido. Yo le agradezco a él la oportunidad de cuidarlo y mimarlo. Ha sido mi gran experiencia de hoy. ¡Gracias Pa!

Comentaris

ha dit…
Me encanta que alguien pueda escribir algo tan bonito y sensible de un ser no humano.

Felicidades

Hoy llueve en Barcelona también.
¡Aquí hace un sol radiante!

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