Oler a algo

Foto de samuntanya


Dos días durmiendo y revolcándose entre la hojarasca. Sonrió cuando al quitarse el jersey calleron pedazos de hierba y hojas secas del bosque. No se había dado cuenta que aquello que llevaba enganchado en su ropa la estaba delatando.

Sonrío abiertamente a la nada, sólo a ella misma y a la vez al mundo entero. El suelo artificial ya no lo era tanto. Ella había contribuido a acercar el bosque a la ciudad. No se avergonzaba de exhibir por la ciudad la naturaleza enganchada a su ropa y su pelo y el olor a sudor que desprendía.

Le apenaba que aquellas personas maquilladas y arregladas pretendiesen ser neutras. Personas desnaturalizadas que ya eran un producto más del consumismo y que buscaban una imagen estándard y un olor tolerado por la real academia del consumismo y la estandarización.

Pensó que le molestaba el olor a perfume y el olor neutro de los ambientadores que se propagaban por doquier. Cualquier efluvio de olor natural o sudor era mal visto y considerado como hediondo.

Le molestaba la desnaturalización que la ciudad proclamaba e imponía. Le molestaba la normalización de aquellos valores por el territorio y le molestaba que se apuntara con el dedo a todas aquellas personas que olían o que no seguían la norma.

¿No son las ciudades tan cosmopolitas? ¿No deberían aceptar a todas las personas tal y como son? En las ciudades, igual que en el rural, la gente señala con el dedo. Aunque, a veces, haga ver que nada le sorprende y te pague con la ignorancia. Siguió reflexionando. En la ciudad, se observa las cosas por la comisura de los ojos, como si nada les sorprendiera y todo lo aceptara. Siguen navegando en los mismos prejuicios que en el rural, pero hacen ver que todo lo aceptan.

En los pueblos, hacen lo propio. Pero al menos, la hipocresía no se transforma en ignorancia y soledad, se convierte en risas, llantos, distracción y cuchicheos.

¿Sabéis la diferencia entre aceptar y tolerar? La gente de la urbe tolera, no acepta. Desde su posición que cree que es superior, tolera. Porque la gente de la urbe se siente por encima de lo rural, aunque ni lo digan ni lo piensen.

En los cromosomas urbanitas, se imprime el dogma de que en pueblos no saben, no han visto, no tienen tantas bibliotecas ni tantos medios como en las ciudades. La población rural pueden acceder a menos recursos - dicen las personas cosmopolitas - vamos a tolerarlos desde nuestra posición superior.

En el rural, la crueldad se impone y el ejercicio de hipocresía es más latente. Nunca se sabe cuando se puede necesitar a alguien. Hay que mantener las formas. Pero en el rural, se acepta o no se acepta. La tolerancia sólo existe para las conversaciones hipócritas.

Pensó todo esto, mientras levantaba sus brazos para sacudirse el pelo. Olfateó el olor a humanidad que le llegaba de sus axilas. Decidió bajar los brazos en un ejercicio de convivencia.

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