Tarde perdida

- ¿Dónde vas?

- A la ciudad.

- ¡Voy contigo!

Llegaron a la ciudad y la persona que les atiende desde la taquilla les dice que tienen que esperar hasta las siete y media.

- ¿Qué hora es?

- Las cuatro y cuarto.

- ¿Y qué vamos a hacer hasta las siete y media?

- ¿Sentarnos y esperar?

- ¿Tres horas? ¿Vamos a perder tres horas?

- Bueno, podemos perder tres horas o podemos aprovecharlas para vivirlas, para estar contigo y yo estar conmigo, para observar, para oír, para relajarse.

- ¿Vamos a perder el tiempo así?

En un gesto espontáneo, levantó la ceja, miró al vacío buscando paciencia para respetar la imposición de la sociedad en la gestión del tiempo individual, suspiró y murmuró:

- ¿Así que dedicarte tiempo a ti mismx es perder el tiempo? ¿Tienes que consumir alguna cosa para no perderlo? ¿Tomar algo? ¿Ir a un spa? ¿Coger el coche?

Se giró con cara de enfado y le gritó:

- ¿¡Puedes dejar de machacarme una y otra vez con tus movidas!?

Volvió a suspirar:

- ¿Vamos a tomar algo?

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