Gris iris del grillo

De Víctor Crespo en Dialogotomía

¡Qué macabro y bello es el gris del asfalto cuando, en un día gris, se funde con el gris de los edificios que se yerguen cansados...y grises!

Es el lugar de paso para el descanso de las ánimas deprimidas, abatidas, de tez gris.

Es la red en la que quedan atrapadas las costumbres ancestrales, la tibieza oscura y premonitoria de la cercanía de la muerte, fría, necesaria....y gris.

Edificios de ventanas tapiadas y las que asoman, entornadas con marcos viejos que sostienen cristales rotos y opacos en los que grabar el destino.

Estancias yermas, empolvadas, transitadas por etéreas figuras fantasmales gritando en silencio que un día fueron.

Vientos fríos de ceniza invisible, espesa, de gris paladar.

¡Qué macabro y bello es el gris de estas nubes que sentencian a la luz, que matizan la tierra de monótona pátina gris!

Y se abren los párpados que dejan entrever la nacarada mirada de los que no pueden descansar en paz, que reposan en rincones nunca sospechados, que sobreviven entre maderas agrietadas y cubiertas rotas por las que entra una leve y agonizante luz gris.

Apenas existe diferencia entre el día y la noche en este macabro y bello mundo gris.

Ven, levántate, acércate, deslízate, levita hasta este lecho de rancias y vetustas urdimbres plomizas.

Toma mi mano descarnada, que pronto el tiempo cubrirá nuestro pecho de polvo viejo y desprendido, de hojas otoñales que entran acunadas a través de estas ventanas quebradas y vacías.

¡Qué bello es el cielo gris, el gris de tu cabello, el gris de tu sudario, el gris de los sueños grises!

¡Qué bello es el color gris de la muerte gris, el color gris de los gestos petrificados, resecos, en un gesto de último suspiro yacente en lo más profundo del sepulcro, allá donde la oscuridad se viste de hermosa inconsciencia gris!