Rotunda y contundente

Rotunda y contundente. Sí, en Lebeña su chamán se lo había avanzado. El mensaje era como un oráculo. Necesitaba más magia, pero el chamán había desaparecido. Desapareció en el bosque y ella lo dejó ir. Cuando se dió cuenta de su sabiduría, ya era tarde.




Aquellos pensamientos le recordaron el camino recorrido buscando a Miol. Una vez más se sentía perdida, en medio del bosque. Sabía que no podía encontrarse siguiendo a nadie, debía trazar sus propios pasos como cuando abres camino en la nieve.




Estaba agotada y perdida. Debía dejar de entender e imponer sus propios pasos y seguirlos, sin más dilación. El problema era que no sabía hacia donde. Estaba desmotivada. Le faltaba encontrar un objetivo que le llamara la atención y recordaba que debía ser un objetivo alcanzable y motivante.




No sabía hacia donde mirar, se sentía mediocre y sólo percibía mediocridad a su alrededor. También conocía las consecuencias de pensar así, recordaba Husserl y la fenomenología. Se dejaba arrastrar por los acontecimientos y había dejado de vivir.




¿Quizá había llegado el momento de morir? ¿Quizá ya había experimentado aquello que debía experimentar? ¿Quizá necesitaba otra vida para empezar de nuevo?




Mientras así estaba, una piedra cayó de lo alto de la pared golpeándole la cabeza con fuerza. Cayó inconsciente y soñó que se despertaba en el fin del mundo.

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