Demiurga romàntica


Ha arribat la tardor, de cop. Potser és temporal, però no al meu cor. L’eufòria estival ha tancat el seu cicle anual. M’envaeix l’enyorança d’una esquena on recolzar el meu cap en dies melancòlics de fred. Tu i jo ja no ens podem enamorar, sé masses coses de tu i tu de mi, ja no hi ha lloc per l’enamorament.

Les restes del sutge del romanticisme em condueixen a l’histrionisme dramàtic sobre l’amor. Herència de la meva cultura? Herència del meu geni creador del meu univers? Herència de la procrastinació? Característiques massa romàntiques per una pseudo-atea de l’amor.

On queda la sorpresa de conèixer-te? On està la llumeta que il•lumina la nineta dels meus ulls en enxampar la teva mirada clavada a la meva? On trobarem la incertesa de la improvisació inexplorada dels instants especialment eterns? Ja sé qui ets i t’estimo. Com fer que la freqüència del meu cor elevi el seu ritme en veure’t? Com recuperar el rubor a les meves galtes per les teves paraules inesperades? Com enfrontar-me a l’apatia del déjà-vu et vécu?

M’abelleix la pluja, m’abelleix un dia fosc, fred i tranquil per tancar-me a casa a la vora del foc. Sento que els sentiments foragiten la meva ment en l’impuls de sortir espontàniament, amb el càndid desig adolescent de lliurar-se en cos i ànima.

La innocència és presonera de l’apatia. Poc espai per la sorpresa abnegada per les experiències. La cerca s’ha sotmès a l’evidència dels desencants. Buscar és la millor manera de no trobar, diuen les persones sàvies. Jo afegeixo que la recerca t’ajuda a identificar allò que cercaves quan estigui al teu abast i ja no ho esperis. Però aquesta mateixa recerca plena de fracassos significa la mort de la innocència adolescent.

Les persones sàvies es desencisen de tota cerca? Són apàtiques justament per la seva saviesa? L’estalzim del romanticisme es rebel•la furiosament; l’apatia de la saviesa el calma L’equilibri dinàmic de la dansa de la rebel•lió del romanticisme amb la calma de l’apatia conformen l’oxímoron que regeix els meus daltabaixos. Prefereixo ser la demiurga que recolza el cap a la teva esquena.

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Ha llegado el otoño, de golpe. Puede que sea temporal, pero no en mi corazón. La euforia estival ha cerrado su ciclo anual. Me invade la añoranza del hombro donde apoyar mi cabeza en días melancólicos de frío. Tú y yo ya no nos podemos enamorar, sé demasiado de ti y tú de mí, ya no hay sitio para el enamoramiento.

Los restos del hollín del romanticismo me conducen al histrionismo dramático sobre el amor. Herencia de mi cultura? Herencia del mi genio creador de mi universo? Herencia de la procrastinación? Características demasiado románticas para una pseudo-atea del amor.

¿Dónde queda la sorpresa de conocerte? ¿Donde está la lucecita que ilumina la pupila de mis ojos al atrapar tu mirada clavada en la mía? ¿Dónde encontraremos la incerteza de la improvisación inexplorada de los instantes especialmente eternos? Ya sé quien eres y te quiero. ¿Cómo lograr que la frecuencia de mi corazón eleve su ritmo cuando te veo? ¿Cómo recuperar el rubor de mis mejillas con tus palabras inesperadas? ¿Cómo enfrentarme a la apatía del déjà-vu et vécu?

Me apetece la lluvia, me apetece un día oscuro, frío y tranquilo para encerrarme en casa cerca del fuego. Siento que los sentimientos aullentan a mi mente en el impulso de salir espontáneamente, con el cándido deseo adolescente de entregarse en cuerpo y alma.

La inocencia es prisionera de la apatía. Poco espacio para la sorpresa abnegada por las experiencias. La búsqueda se ha sometido a la evidencia de los desencantos. Buscar es la mejor manera de no encontrar, dicen las personas sabias. Yo añado que la búsqueda te ayuda a identificar aquello que buscabas cuando esté a tu alcance y ya no lo esperes. Pero esta misma búsqueda llena de fracasos significa la muerte de la inocencia adolescente.

Las personas sabias se desencantan de toda búsqueda? Son apáticas justamente por su sabiduría? El tizne del romanticismo se rebela furiosamente; la apatía de la sabiduría lo calma. El equilibrio dinámico de la danza de la rebelión del romanticismo con la calma de la apatía conforman el oxímoron que rige mis altibajos. Prefiero ser la demiurga que apoya la cabeza en tu hombro.

Comentaris

Anònim ha dit…
¿Has visto a un gato pequeño corriendo detrás de todo lo que se mueve?
¿Le has visto cuando es adulto?

Perdió la inocencia y ya ni se mueve. Sólo observa y actúa, sí, pero actúa cuando tiene hambre.

Crear, estabilizarse-permanecer, destruir...

Y vuelta a empezar.

Si prefieres ser la demiurga que apoya la cabeza en el hombro ajeno, bien... pero no olvides que la inocencia perdida jamás se recupera, pues aquella fue por naturaleza cuando debió ser.

Es ley de vida.

A veces me apetece autoengañarme en hombro ajeno. Cuando me canso, me acuerdo de que soy adulta y me vuelvo a mi apatía. Me quedo en mi apatía muy a gusto hasta que me aburro y vuelvo a jugar como el gato pequeño...

¡Es mi pequeño equilibrio dinámico: demiurga-apatía; inocencia-madurez; movimiento-calma; escalada-investigación...!

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