Identidad en el mar

Mi cuerpo vibra con el rugir del mar. Sentada en el acantilado, echo un vistazo a la immensidad que se extiende ante mí.

Ya añoro lo que queda atrás en tierra, pero también suspiro por todo lo que queda ante mí y que mis ojos no alcanzan ver.

"Cuando llueve escampa y todo lo que sucede conviene" - me viene a la mente.

¿Porqué ahora? ¿Porqué tiene que irse ahora? No valoro lo que tengo hasta que lo pierdo y ahora ella se va...

Risas, complicidades... todo eso se queda. Pero, ¿y su presencia? Es más importante su presencia que todo lo que hemos vivido, todos los recuerdos, lágrimas, malhumores... todos se quedan aquí, en mi cabeza. Pero ya no tendré con quien recordarlos, pues esa oportunidad se va con ella.

¿Acaso es eso lo que sienten los viejos? ¿Lo que se lee en sus ojos tranquilos? ¿No poder recordar o compartir los momentos vividos con ningún cómplice? ¿Es eso lo que se siente cuando una se hace mayor y se queda sola? ¿Ese es el miedo a la soledad? ¿O quizá sea miedo a no distinguir que es recuerdo o realidad? Miedo a perder el mundo de vista e inventarse otra realidad que nos mantiene al margen.

¿Quién soy yo? ¿Qué significo sin las personas que me rodean? ¿Es ese mi gran miedo? ¿Volverme insignificante, transparente...?

- "¡Cris!"

- "Hola"

- "¿Dónde te habías metido?"

- "Aquí, en el mar..."

Mis ojos recobran su tonalidad azul para volver al reclamo de las voces conocidas que dan significado a mi existencia. Me levanto sonriéndole a la vida.

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