Troncos marrones

Segunda noche sin dormir. Mi estómago encogido y mi cabeza a punto de estallar. 

Ayer pensé en ti, después de casi un año sin recordar ni siquiera tu nombre, aparecieron imágenes en mi cabeza de una ventana en una masia con lluvia. Aquella imagen que a ti te enamoró y que a mi, las drogas me arrebataron. Puede que fueran reminiscencias de mi inconsciente aturdido por aquello que le echaron al porrón. O que fuera una ensoñación de tus dulces palabras explicando nuestro primer beso.

Ayer, te escribí. Escribí una de esas hermosas cartas que no recibirán respuesta, aunque la deseen. Escribí para que se me pasara esto del estómago. Hoy vuelvo a estar igual. Pero no es por ti...

Si cierro los ojos, aparecen tronquitos pequeños. Como los que corté el otro día, como los que utilizo para encender la caldera, como los que están apilados en el exterior de la casa.

Entro en algún proceso, me incomoda no dormir, me incomoda estar así. ¿Cual es ese proceso? ¿Saltaré, por fin, del castillo para volverme loca o a cavalgar?

Esta torre de marfil me está asfixiando.

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