Falsas disculpas

Te disculpas cuando lloro,
te disculpas cuando me enfado,
te disculpas cuando me ves triste.
Deja de disculparte.

Si consigues todo eso, es por que he permitido que lo hagas
y lo he permitido, porque no te tengo miedo, porque no me tengo miedo,
porque confío en ti, porque confío en mí.

No se trata de una de esas historias trágicas, de sumisión y de dolor.
Una de esas historias en la que una parte domina a la otra.
Se trata de una historia de amor real donde no hay papeles ni comportamientos predefinidos, donde fluye la espontáneidad y las normas han dejado de existir para crearlas y cambiarlas en todo momento.

Sé que no quieres hacerme daño, ni yo a ti.
Así que deja de disculparte.
Si lloro es porque me emociono
y si me río también.

Me emociono porque me emocionas, porque soy humana y quiero compartir mi humanidad.
Mi naturaleza expectante aguarda momentos emocionantes que la conmuevan.

Así que deja de disculparte.
Si no quiero llorarte, dejo de hacerlo.
Si no quiero reírte, también.

Si no te entiendo, te pregunto.
Si no me entiendes, también.

Discúlpate cuando lo sientas y no cuando debas hacerlo.

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