Tarta de cumpleaños

En el jardín de mi casa aislada, el frío viento me lame la cara. Lo siento como la lengua rasposa de un gato, la piel irritada a su contacto. No puedo dejar de sonreír, me siento plena, me siento parte de todo e insignificante.

Hago uso de mi vocabulario, debería escribir un glosario de acepciones si algún día me apetece que alguien entienda lo que digo. Pero no ahora. Ahora, me da igual. Tengo tanto por hacer y descubrir que me priorizo a mí. Quien sabe cuanto tiempo me queda...

Todo empezó cuando me hice mi tarta de cumpleaños. Hace un par de años. Mis amistades me llamaban para ir a tomar algo y a mí, lo único que me apetecía era homenajearme a mí misma, no quería compartirme con nadie más, quería escucharme a mí y a nadie más. Así que preparé mi tarta favorita, mi cena, mi cava y puse cerca las velas. Preparé la mesa y puse el móvil en silencio. Ya había hablado con la familia, así que nadie más se preocuparía si no contestaba.

Encendí unas velas en mi mesa de cumpleaños y cené. Saboreé lo que había preparado. Intenté no comer mucho para disfrutar del postre y en silencio, sólo con mi ruido interior, puse las velas en la tarta, las encendí y soplé. Sin desear nada, sólo disfrutando de mi momento. Así fue como me enamoré de mí. ¿Narcisista? ¿Excéntrica? Si no me cuido yo, ¿quien me cuidará?

Ahora sólo me comunico cuando quiero, sólo comparto los momentos que quiero. Me gustan mis silencios, mis llantos, mis sonrisas, mis sombras, mis incertidumbres, mis anhelos. Porque en realidad ya no soy yo y soy más yo que nunca. En realidad, nada ni nadie puede juzgarme, nunca nadie lo ha hecho. Estoy aquí para mí, para estar en este cuerpo, en esta mente, en este lugar y en este momento. Aquí y ahora.

Vuelvo a ser la niña que desconoce las normas sociales. Unas normas que se ciñen en su mente como una de esas fajas que utilizaban las mujeres para acentuar la cintura, los pechos y la cadera. Para moldear sus cuerpos a un modelo normalizado que poco tiene que ver con sus cuerpos.

En algún lugar de su lado izquierdo tiene un bloqueo que la inquieta.

Comentaris

ha dit…
Podría ser yo si no fuera por el género del protagonista :)

Aunque no creo que tengas ningún bloqueo en ningún lado, quizá lo tienen los demás :)

Como estás algo taoista:

No conozco nada y nada me preocupa.
No veo diferencia entre sí y no.
No veo diferencia entre bien y mal.
No temo aquello que la gente teme en la noche.

La gente está feliz como en una fiesta suntuosa
O jugando en el campo en primavera;
Pero yo permanezco tranquilo y vagabundeando,
Como un recién nacido antes de aprender a sonreir,
Solitario, sin hogar.

La gente tiene lo suficiente y para compartir,
Pero yo no poseo nada,
Y mi corazón es ignorante,
turbio y ensombrecido.

La gente está rediante y segura,
Mientras yo sigo ciego y confuso;
La gente es inteligente y sabia,
Mientras permanezco torpe e ignorante,
Sin objetivo, como una ola en la superficie del mar,
Sujeto a nada.

La gente está ocupada con un propósito,
Mientras sigo impractico y tosco.
Estoy aparte del resto de la gente
Todavía sostenido por la Naturaleza.
Cris Pérez ha dit…
¡Gracias 道!

¿Es tuyo?

¡¡Bezzzozzzz!!!
ha dit…
Nooooo, ojalá, es una traducción libre del Tao Te Ching (y tampoco mia)

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